En 1882, dos años antes de la sanción de la emblemática Ley 1420, en Buenos Aires tuvo lugar lo que para muchos fue un episodio fundacional en la historia de la educación argentina. Durante casi un mes, el Congreso Pedagógico reunió en la capital a más de cien educadores venidos de distintos puntos del país –e incluso de países vecinos– para una enorme discusión en torno al pasado, el presente y el futuro de la escuela. Son precisamente esos debates, presentaciones y documentos, hasta ahora jamás publicados en un solo volumen, los que acaba de editar UNIPE: Editorial Universitaria en Actas reunidas del Congreso Pedagógico de 1882. La educación como pasión pública, un libro recopilado y prologado por Nicolás Arata que ya se encuentra disponible para su descarga.
Este título, con el que se inaugura la serie Fuentes de la colección Ideas en la educación argentina, viene a llenar un vacío bibliográfico. A pesar de la importancia del Congreso Pedagógico de 1882, las personas interesadas en abordar el tema no contaban –hasta el momento– con un adecuado acceso a sus actas. Además de reunir todas las ponencias, debates y resoluciones que emanaron de aquella gran conversación pública, este libro ofrece un exhaustivo estudio preliminar donde Arata reconstruye el contexto histórico del congreso, traza un perfil de sus principales protagonistas y muestra la influencia que tuvo este encuentro tanto a corto como a mediano y largo plazo.
Tal como explica Arata, los temas debatidos durante aquel mes –entre abril y mayo de 1882– excedieron la tan “mentada cuestión” de la enseñanza laica o religiosa para abarcar temas como la escolarización de las mujeres, la potestad gubernamental para remover o cesar profesores o las disputas entre los estados provinciales y la nación a la hora de gestionar las escuelas. También se abordaron aspectos como la educación de los niños sordomudos o la conformación de un sistema de pensiones para docentes, entre muchísimos otros puntos.
En ese sentido, las actas permiten acceder al contenido pero también al tono que tuvo aquel Congreso Pedagógico. Intercalados entre los discursos que varios especialistas dieron sobre temas específicos –y que por lo general abrían las sesiones– aparecen vehementes debates que muestran el abanico ideológico de los participantes. Si bien los congresales se podían dividir a grandes rasgos entre un sector católico y otro liberal, en muchísimos puntos se ve aparecer una enorme variedad de posturas intermedias: las de los maestros y maestras que tienen a su cargo aulas y las de los funcionarios responsables del diseño curricular; las de los docentes urbanos y los de ámbitos rurales; los que toman como referencia las escuelas europeas y aquellos más cercanos al sistema estadounidense. Según los registros de la época, la cantidad de espectadores del congreso oscilaba entre 250 y 300 personas que no se privaban de aplaudir intervenciones o festejar alguna ocurrencia. La intensidad de esos debates llevó incluso a que un grupo de congresales católicos se retiraran del evento antes de que concluya.
“Al Congreso Pedagógico de 1882 se lo reivindica como uno de los acontecimientos más vibrantes de la historia de la educación argentina. Entre otras razones, porque reconocemos en él un emblema de las iniciativas que sentaron las bases de la educación común, pública, obligatoria y gratuita, así como del rol principal del Estado en esa materia”, señala Arata al comienzo de su estudio preliminar. Más allá de la presencia de grandes protagonistas de la época, como Domingo Faustino Sarmiento –entonces superintendente de Escuelas– o el presidente Julio Argentino Roca, el Congreso Pedagógico construyó una trama propia que involucró a los educadores más destacados de su tiempo. A medida que avanzaban las sesiones fueron cobrando relevancia personalidades como José Manuel Estrada, Clementina Conte, Luis Varela, Eulalia Manso, Enrique de Santa Olalla, Juan Bialet Massé, Paul Groussac o el pedagogo brasileño Abílio César Borges, quien al igual que el uruguayo Jacobo Varela tuvo un enorme protagonismo en los debates.
Tal como resalta Arata –citando al entonces ministro de Educación, Eduardo Wilde–, el Congreso Pedagógico de 1882 tuvo un efecto muy difícil de precisar pero que se propagaría desde entonces hasta nuestros días: “el de haber convertido los tópicos de la educación común en el país en una pasión pública”.
Este volumen, con el que se inicia la serie Fuentes, se suma a los volúmenes disponibles en acceso abierto de Clásicos, Materiales, Abordajes y Aportes de la Colección Ideas en la Educación Argentina, dirigida por Darío Pulfer.