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Enero 2022

Por Adrián Cannellotto

El rechazo de la oposición al presupuesto nacional enviado por el Ejecutivo sobre finales del 2021 complicó a las universidades nacionales, así como a la gestión pública nacional y, por defecto, a las provinciales y municipales.

Para las universidades, en particular para aquellas que se encuentran en una etapa de expansión, no contar con un presupuesto aprobado se traduce inmediatamente en un retroceso tanto para sus programas de desarrollo institucional, como para sostener el derecho a la educación superior que venimos defendiendo.

Afortunadamente, desde el Ministerio de Educación de la Nación, el ministro Jaime Perczyk confirmó el compromiso del Ejecutivo de sostener el crecimiento de las universidades públicas y, con ello, garantizar la formación, la investigación y la extensión que en ellas se lleva a cabo. Para que esto sea posible, se va a sostener la ejecución del presupuesto tal y como había sido enviado originalmente, contando así con condiciones más favorables para el despliegue de los proyectos institucionales en curso. A esto se suman otras herramientas de la política universitaria.

El empeño tiene un valor aún mayor en el actual contexto de discusión con el Fondo Monetario Internacional, bajo la persistente presión de ciertos sectores para avanzar en la línea de un ajuste. Como es sabido, desde el retorno a la democracia, el endeudamiento público fue siempre en desmedro del desarrollo educativo. Cada vez que la deuda externa crece, se recortan los fondos para el sector. El período gobernado por Cambiemos es un buen ejemplo de ello, como recoge el Atlas de la Educación Argentina publicado por Unipe y Le Monde: "En 2019, la educación argentina es un 20 por ciento más pobre que en 2016; sus recursos pasaron de un 7,1 por ciento a un 5,5 por ciento del presupuesto nacional. En el caso de las universidades, se observa una tendencia al estancamiento, e incluso al retroceso: hacia 2019 se advierte un descenso real en el orden del 10 por ciento en relación con el año 2018". La caída en la inversión se pudo constatar también en infraestructura y equipamiento, en educación técnica, en educación inicial y en formación docente.

Pero la recomposición del presupuesto universitario tiene también un impacto diferente en esta coyuntura. Para el 2022 estamos planificando una cursada con presencialidad, lo que supone en algunos casos no sólo una adecuación edilicia, sino el retorno a una serie de condiciones que garanticen la regeneración de un vínculo pedagógico, lo que no obtura ni deslegitima el debate en torno a la búsqueda de formas híbridas. Sin embargo, este volver a la universidad es fundamental para aquellos que están inscribiéndose en los primeros años de una carrera o bien para quienes cursaron en forma remota sus primeros años como consecuencia de la pandemia. En ambos casos está en juego una cuestión crucial: la construcción del oficio de estudiante, la estructuración del ethos universitario.

* Adrián Cannellotto es rector de la Universidad Pedagógica Nacional.

Fuente: https://www.elliberal.com.ar/noticia//588819/financiamiento-universitario-pospandemia

 

El anuncio del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires respecto a que a las y los estudiantes del último año de la escuela secundaria se les incluyan 30 horas cátedras de “educación financiera” propició, como era esperable, una fuerte discusión sobre el sentido pedagógico, la modalidad de implementación y los contenidos principales que fueron difundidos públicamente por las autoridades.

La intervención directa de empresas del mundo financiero en la escuela y el consiguiente desplazamiento de los y las docentes, pareciera confirmar el rumbo mercantilizante de la educación secundaria en la Ciudad de Buenos Aires.

Desde el campo de la construcción de nuevos conocimientos y el estímulo al desarrollo del pensamiento crítico, resulta auspicioso ofrecer en el espacio curricular la información actualizada e histórica de la “economía política” y la diversidad de experiencias y perspectivas ideológicas y conceptuales que reúnan el interés de alumnos/as ciudadanos/as, propiciando así un mayor nivel de protagonismo en las discusiones de nuestra sociedad.

En cambio, lo que se propone está muy lejos de eso. Vinculado a temas como el de las “billeteras electrónicas y criptomonedas” o las tituladas “reglas de oro para tus finanzas”, las escuelas porteñas dejan estos contenidos, su diseño y el dictado en manos de un puñado de empresas del sector Fintech: Mercado Libre, Ualá, Cámara de Fintech de Argentina, Mujer Financiera, Ripio, Balanz, Afluenta y Poincenot.

Desde el área de educación y derechos de la Universidad Pedagógica Nacional, asumimos el compromiso ético y pedagógico de analizar la mencionada iniciativa desde el contenido y contexto social de nuestra adolescencia, particularmente de los sectores populares, sus derechos jurídicamente consagrados y frecuentemente desarticulados de su vida cotidiana.

La prioridad es reconstruir el vínculo educativo de este sector, lo que es posible en la medida en que se conecta con sus realidades, sus sueños, construcciones y rebeldías, percibiendo que sus voces son escuchadas y tenidas en cuenta.

Al respecto, la reconocida pedagoga Adriana Puiggrós manifestó recientemente al referirse a la educación financiera: “otra vez hay un avance empresarial realmente mezquino, donde grandes empresas se prestan a usar a los adolescentes”.

Desde la UNIPE, coherente y consecuente con sus principios de universidad pública y gratuita, ofrecemos nuestros diferentes espacios para ampliar el debate e integrarlo a la construcción de un proyecto educativo para el nivel secundario en el que los y las docentes, los alumnos y las alumnas, los padres y las organizaciones de la comunidad que se sientan convocados al desafío de una nueva secundaria, encuentren espacios para imaginar otros horizontes en la formación de nuestras juventudes.

Dr. Norberto Ignacio Liwski
Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional
Área Derechos Humanos y educación
12 de enero 2022

 

Por Adrián Cannellotto

El rechazo de la oposición al presupuesto nacional enviado por el Ejecutivo sobre finales del 2021 complicó a las universidades nacionales, así como a la gestión pública nacional y, por defecto, a las provinciales y municipales.

Para las universidades, en particular para aquellas que se encuentran en una etapa de expansión, no contar con un presupuesto aprobado se traduce inmediatamente en un retroceso tanto para sus programas de desarrollo institucional, como para sostener el derecho a la educación superior que venimos defendiendo.

Afortunadamente, desde el Ministerio de Educación de la Nación, el ministro Jaime Perczyk confirmó el compromiso del Ejecutivo de sostener el crecimiento de las universidades públicas y, con ello, garantizar la formación, la investigación y la extensión que en ellas se lleva a cabo. Para que esto sea posible, se va a sostener la ejecución del presupuesto tal y como había sido enviado originalmente, contando así con condiciones más favorables para el despliegue de los proyectos institucionales en curso. A esto se suman otras herramientas de la política universitaria.

El empeño tiene un valor aún mayor en el actual contexto de discusión con el Fondo Monetario Internacional, bajo la persistente presión de ciertos sectores para avanzar en la línea de un ajuste. Como es sabido, desde el retorno a la democracia, el endeudamiento público fue siempre en desmedro del desarrollo educativo. Cada vez que la deuda externa crece, se recortan los fondos para el sector. El período gobernado por Cambiemos es un buen ejemplo de ello, como recoge el Atlas de la Educación Argentina publicado por Unipe y Le Monde: "En 2019, la educación argentina es un 20 por ciento más pobre que en 2016; sus recursos pasaron de un 7,1 por ciento a un 5,5 por ciento del presupuesto nacional. En el caso de las universidades, se observa una tendencia al estancamiento, e incluso al retroceso: hacia 2019 se advierte un descenso real en el orden del 10 por ciento en relación con el año 2018". La caída en la inversión se pudo constatar también en infraestructura y equipamiento, en educación técnica, en educación inicial y en formación docente.

Pero la recomposición del presupuesto universitario tiene también un impacto diferente en esta coyuntura. Para el 2022 estamos planificando una cursada con presencialidad, lo que supone en algunos casos no sólo una adecuación edilicia, sino el retorno a una serie de condiciones que garanticen la regeneración de un vínculo pedagógico, lo que no obtura ni deslegitima el debate en torno a la búsqueda de formas híbridas. Sin embargo, este volver a la universidad es fundamental para aquellos que están inscribiéndose en los primeros años de una carrera o bien para quienes cursaron en forma remota sus primeros años como consecuencia de la pandemia. En ambos casos está en juego una cuestión crucial: la construcción del oficio de estudiante, la estructuración del ethos universitario.

* Adrián Cannellotto es rector de la Universidad Pedagógica Nacional.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/398069-el-financiamiento-universitario-y-la-postpandemia?ampOptimize=1

 

Por Adrián Cannellotto

El rechazo de la oposición al presupuesto nacional enviado por el Ejecutivo sobre finales del 2021 complicó a las universidades nacionales, así como a la gestión pública nacional y, por defecto, a las provinciales y municipales.

Para las universidades, en particular para aquellas que se encuentran en una etapa de expansión, no contar con un presupuesto aprobado se traduce inmediatamente en un retroceso tanto para sus programas de desarrollo institucional, como para sostener el derecho a la educación superior que venimos defendiendo.

Afortunadamente, desde el Ministerio de Educación de la Nación, el ministro Jaime Perczyk confirmó el compromiso del Ejecutivo de sostener el crecimiento de las universidades públicas y, con ello, garantizar la formación, la investigación y la extensión que en ellas se lleva a cabo. Para que esto sea posible, se va a sostener la ejecución del presupuesto tal y como había sido enviado originalmente, contando así con condiciones más favorables para el despliegue de los proyectos institucionales en curso. A esto se suman otras herramientas de la política universitaria.

El empeño tiene un valor aún mayor en el actual contexto de discusión con el Fondo Monetario Internacional, bajo la persistente presión de ciertos sectores para avanzar en la línea de un ajuste. Como es sabido, desde el retorno a la democracia, el endeudamiento público fue siempre en desmedro del desarrollo educativo. Cada vez que la deuda externa crece, se recortan los fondos para el sector. El período gobernado por Cambiemos es un buen ejemplo de ello, como recoge el Atlas de la Educación Argentina publicado por Unipe y Le Monde: "En 2019, la educación argentina es un 20 por ciento más pobre que en 2016; sus recursos pasaron de un 7,1 por ciento a un 5,5 por ciento del presupuesto nacional. En el caso de las universidades, se observa una tendencia al estancamiento, e incluso al retroceso: hacia 2019 se advierte un descenso real en el orden del 10 por ciento en relación con el año 2018". La caída en la inversión se pudo constatar también en infraestructura y equipamiento, en educación técnica, en educación inicial y en formación docente.

Pero la recomposición del presupuesto universitario tiene también un impacto diferente en esta coyuntura. Para el 2022 estamos planificando una cursada con presencialidad, lo que supone en algunos casos no sólo una adecuación edilicia, sino el retorno a una serie de condiciones que garanticen la regeneración de un vínculo pedagógico, lo que no obtura ni deslegitima el debate en torno a la búsqueda de formas híbridas. Sin embargo, este volver a la universidad es fundamental para aquellos que están inscribiéndose en los primeros años de una carrera o bien para quienes cursaron en forma remota sus primeros años como consecuencia de la pandemia. En ambos casos está en juego una cuestión crucial: la construcción del oficio de estudiante, la estructuración del ethos universitario.

* Adrián Cannellotto es rector de la Universidad Pedagógica Nacional.

Fuente: https://www.grupolaprovincia.com/sociedad/el-financiamiento-universitario-y-la-pospandemia-876127