UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL

Tenti Fanfani: "Los defensores de la escuela pública tenemos que ser los primeros reformistas"

El sociólogo advierte que hay una sobredemanda de exigencias sobre las escuelas y cuestiona la mirada mercantilista de la educación. Este jueves recibirá el título de Doctor Honoris Causa de la UNR.

Tenti Fanfani es uno de los más importantes sociólogos de la educación de la Argentina. Docente de la Universidad Pedagógica Nacional Argentina (Unipe), fue investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet), coordinador del Área de Investigación del IIPE/Unesco sede Buenos Aires y autor de más de 30 libros, entre ellos La escuela bajo sospecha, El oficio de docente y Mitomanías de la educación argentina (en coautoría con Alejandro Grimson).

Precisamente en un capítulo de La escuela bajo sospecha, el investigador reflexiona sobre la escuela de la pospandemia y anticipa que la discusión pública se ordenará alrededor de tres escenarios: el restaurador (volver a la educación de antes), el progresista igualitarista y el tecnocrático mercantilista. Un modelo éste último que cobró relevancia en las últimas semanas a raíz de la plataforma del candidato a la presidencia Javier Milei, quien propone introducir la lógica de mercado en la educación mediante el sistema de vouchers.

Estamos en tiempos electorales y uno de los ejes de discusión es la educación, quizás más centrado en el financiamiento. ¿Cómo ve este debate?

Esto fue por la provocación de uno de los candidatos (por Javier Milei), que tiene una propuesta rupturista. Esto ha sorprendido y contribuido a colocar lo educativo, por lo menos el financiamiento, en la agenda de discusión, algo que normalmente no ocurre. Siempre se discuten objetivos generales con los que estamos todos de acuerdo, e incluso con las críticas que hacemos al sistema estamos casi todos de acuerdo. Por eso mi último libro se llama La escuela bajo sospecha, porque todos sospechamos que algo en la escuela no está funcionando. Donde no estamos de acuerdo es en la explicación y obviamente en las estrategias políticas. Por ejemplo, esta alternativa de introducir la lógica del mercado en el sistema escolar parte del supuesto de que todos los problemas de la escuela —la repetición, que la mayoría aprenda poco y una minoría mucho— se deben a que el Estado es intrínsecamente un mal administrador. Tienen una concepción no colectiva, donde lo que existen son individuos que eligen sus estrategias. Entonces ahí la solución que dan va por el lado del individuo: démosle poder a las familias para que puedan elegir el establecimiento que quieran. Así como en el barrio entre varias carnicerías elegimos una, y al elegirla la premiamos y castigamos a otra. Bueno, esto se lo quiere trasladar al sistema escolar. Por eso es más que un voucher, es también evaluación de los establecimientos para producir información para que la gente haga elecciones racionales. Hay otros que tienen una mirada distinta, que dicen “el problema es que hemos abandonado las viejas y sanas prácticas de la escuela tradicional”. Detrás de esto está la idea de que vivimos una decadencia y la solución es volver a restaurar las viejas instituciones, la utopía en el pasado. Y después estamos los que tenemos otra explicación a la crisis de la escuela, que decimos que lo que hubo fue una masificación sin recursos. El sistema escolar es el más incluyente que tenemos en la sociedad, donde entran todos. Hay quienes están excluidos del alimento, de la contención afectiva, de la salud o de la vida sana pero están incluidos en la escuela. Bueno, esta combinación es explosiva, porque la escuela no resuelve todo. Las clases altas han recurrido al mercado hace tiempo, como en las grandes ciudades, donde hay un alto porcentaje de escuelas privadas. ¿A quién le interesa la escuela pública? Esa es la pregunta que tenemos que hacernos.

Desde la mirada mercantilista se dice que la competencia entre escuelas va a mejorar la educación.

Ese es el programa neoliberal que Milei lo lleva al extremo. Lo pensó un montón de gente, pero él lo sincera y lo dice. Yo pensaba que en el anterior gobierno de centroderecha en la Argentina (por la presidenta de Mauricio Macri) iba a salir con cosas parecidas, pero no se animaron. En México hubo una experiencia muy terrible que fracasó durante la presidencia de Enrique Peña Nieto, que impulsó una reforma educativa avalada por los grandes medios masivos de comunicación y una fundación llamada Mexicanos Primero. La reforma consistía en evaluar a los docentes, partiendo del supuesto que los maestros de las escuelas públicas eran burros. Entonces había que tomarles un examen, echarlos y reemplazarlos por gente bien formada. Eso provocó un caos y algunos analistas dicen que fue una de las causas de la derrota del PRI (Partido Revolucionario Institucional) en las elecciones en las que ganó Andrés López Obrador. Creo que de esto habría que aprender, porque si esto fracasó en México imagínate en la Argentina, donde los sindicatos, que son los principales aliados de la escuela pública, son fuertes.

El tema es que los docentes hoy también están “bajo sospecha”.

Sí, eso es lamentable. Porque los docentes somos los principales defensores de la escuela pública. Yo soy sociólogo social realista, no soy un utópico, porque vivimos de la escuela pública. También hay intelectuales que son aliados, que creen en una sociedad igualitaria. Pero todo depende de las relaciones de fuerza, y ahí me preocupa este tercio de votos de argentinos que apoya esto. Aunque indirectamente, porque tampoco lo asocio yo a la privatización, sino a la rabia y a la crisis de representación. Hace años que venimos escribiendo sobre la desconfianza de los representados en relación con sus representantes de todos los partidos. La gente vota siempre con esperanzas, pero acá decepcionó la derecha y el populismo. Entonces es obvio que llega un punto donde, ante la terrible crisis económica que hay, viene la rabia y un llamado de advertencia. Yo espero que esto sea una encuesta para pegarle un susto a la clase dirigente tradicional, porque si no es así estamos fritos.

Ahora, así como hay una mirada restauradora que bucea en el pasado, también se buscan ejemplos de afuera. En su momento fue Finlandia, y ahora con los vouchers se habla de Suecia.

Sí, pero digamos la verdad: a nivel mundial el mecanismo del voucher es una excepción, no es la mayoría. Si uno mira los sistemas de España, Francia, Italia o Inglaterra no hay vouchers. En Italia, salvo una elite de ricos que van al mercado privado, la mayoría cuida su salud a través del sistema público y va a la escuela pública. El tema es que funcionan bastante mejor que los nuestros, ese es el problema. Lo que pasa es que acá, como dicen los franceses, estamos “tirando al niño con el agua sucia”. La escuela pública tiene un montón de defectos, entonces decimos “terminemos con la escuela pública”. Yo creo que hay que reformarla y defenderla. Porque una escuela donde un chico se pasa dos años de preescolar, siete de primaria y cinco de secundaria y al final no sabe hacer una lectura comprensiva no es defendible. Por más Fondo Monetario o imperialismo que haya acá estamos haciendo las cosas mal. Por eso creo que los defensores de la escuela pública tendríamos que ser los primeros reformistas, pero resulta que los reformistas son los otros. Ellos tienen un plan de reforma y nosotros nos quedamos con los valores de una escuela igualitaria y de los derechos, pero qué hacemos con el sistema de evaluación o con la formación de los docentes. Soy defensor de la escuela pública porque la critico y la quiero cambiar, porque es la única manera de salvarla. La mejor defensa es un buen ataque, pero si acá siempre decimos no a la evaluación, no a la descentralización o no al voucher, en algún momento nos van a meter el gol. Porque si te la pasás defendiendo estás perpetuando el status quo, y eso es conservador. Los que defendemos la escuela pública en realidad somos progresistas políticamente, pero desde el punto de vista escolar somos recontra conservadores, porque no queremos cambiar el currículum o decimos “no me toquen la materia, no me toquen el horario”.

Mencionabas el currículum y más de una vez advertiste de la sobredemanda que hay sobre la escuela.

Está totalmente sobrecargada la escuela, se espera demasiado de ella. Entonces la pregunta que hay que hacer es qué es lo importante para el desarrollo de los chicos y de la sociedad, que solo una institución especializada y con gente especializada puede brindar, y en qué cosas la escuela no tiene competencia. Alguno dirá “los valores”, pero eso se puede enseñar en todos lados. Mi papá era semianalfabeto y me enseñaba la responsabilidad, la honestidad y a no mentir. Pero el conocimiento complejo es el monopolio de la escuela y hoy ese es un capital, porque produce riqueza. Bueno, esa riqueza la puede desarrollar la escuela. Las clases altas mandan a sus hijos e hijas a la universidad. Antes no era así, porque para garantizar la posición de sus hijos en el futuro estaba la herencia. Hoy en día los mandan a una universidad y si es posible a posgrado en los Estados Unidos. O sea, no basta la herencia, el conocimiento es fundamental. Entonces, si somos progresistas y creemos en una sociedad más igualitaria pidámosle a la escuela lo que solo ella puede hacer: el desarrollo de conocimientos complejos.

¿Como cuáles?

En la educación general básica algo fundamental son las competencias expresivas, la oralidad. No solo la lectoescritura, hay que aprender a hablar. Los sectores populares son también pobres en palabras y vocablos. Bueno, la escuela tiene que enseñar la oralidad, la escritura, la lectura, la expresión a través de imágenes. Todos cargamos un celular y podemos expresarnos con imágenes. También podemos expresarnos con el cuerpo a través de la danza, de la mímica, del teatro, la pintura o la escultura. Todo eso debería ser un paquete que se llama competencias expresivas. Eso es lo primero y fundamental, porque no puede ser que un chico se pase quince años en la escuela y que al final no haya podido expresarse de forma escrita o no pueda entender un texto medianamente complejo. Ahí hay un problema en el sistema, por eso la escuela hoy está bajo sospecha. Algunos quieren tirar al chico con el agua sucia y decimos que son los ultraliberales, y otros creemos que la escuela es reformable, aunque no es fácil. Hay mecanismos de resistencia. Ahí es donde nos dividimos: algunos queremos rediseñar lo público y otros liquidarlo e ir al mercado. Y eso puede tener consecuencias trágicas en términos de igualdad y desintegración social. La privatización ya está en marcha, muchos están abandonando la escuela pública y esto es grave, así como se opta por la salud privada o la seguridad privada. Esto es terrible, porque los pobres y la gran mayoría de la población nos tenemos que quedar como algo público deteriorado, mal equipado, con obras sociales muy deficientes y con una escuela pública que no cumple con lo básico. Si no renovamos y fortalecemos lo público la alternativa de la gente va a ser confiar en el mercado.

En “Mitomanías” hablás de muchos lugares comunes de la educación. ¿Cuál suele aparecer en este tiempo de campaña?

Hay un clásico que esta idea de que la educación es la clave de resolución de los principales problemas del país, que con educación vamos a aumentar la producción, el producto bruto, que con ella va a haber una sociedad más justa e igualitaria. Que van a caer las enfermedades, porque la gente educada cuida mejor su salud y la de sus hijos. O que va a disminuir la violencia, porque si la escuela enseña reglas de buena conducta va a haber menos delincuencia. Este es un clásico que lo formalizó Tony Blair hace un montón de años, cuando le preguntaron qué proponía a los ciudadanos. Y contestó: “Education, education and education”. Esa fue una frase célebre con la que se puede ganar elecciones, porque obviamente mucha gente le da un gran valor a la escuela. Esto se traduce a veces en una recarga del currículum escolar. Entonces piden incluir educación ciudadana, educación contra la discriminación, etcétera. “Educación para” se le llama, donde se agrega de todo y el currículum se vuelve una selva donde los docentes se pierden y a veces no se puede distinguir qué es lo prioritario y qué lo secundario.

Fuente: https://www.lacapital.com.ar/educacion/tenti-fanfani-los-defensores-la-escuela-publica-tenemos-que-ser-los-primeros-reformistas-n10085579.html