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Una propuesta publicitaria - Críticas a las reformas en la enseñanza de la matemática

El pasado miércoles 12 de septiembre, el Consejo Federal de Educación (CFE) aprobó el documento “Indicadores de Progresión de los Aprendizajes Prioritarios de Matemática” que tendría como objetivo ser un insumo para la planificación de las prácticas de enseñanza y las evaluaciones. Se anunció que se “aprobó la reforma de la enseñanza-aprendizaje de la matemática”. A juzgar por los considerandos de la resolución, la difusión en algunos medios, la presentación en modo power point que las autoridades han divulgado, pareciera que estamos frente a un suceso extraordinario: la creación del nuevo método para enseñar a todos los alumnos una matemática atractiva, lúdica, aplicada a la “realidad”, “interdisciplinar” y, como si esto fuera poco, con la sorprendente característica de ser “lógica”. En apenas dos años –así promete el ministro Finocchiaro– los estudiantes van a aprender mucho más y van a dejar de temerle a esta disciplina. Una vez más, saldremos del túnel y hallaremos la luz, luego de tanta oscuridad.

Estamos acostumbrados a estas manipulaciones del gobierno: primero se diagnostica un panorama uniformemente devastado, se insiste en la catástrofe, se desconocen los diferentes intentos de mejorar la enseñanza desarrollados en distintas zonas de nuestro país; luego se anuncia una solución superadora, eficaz y casi mágica. En ese camino no hay preguntas (que permitan comprender, por ejemplo, qué aspectos de la enseñanza de la matemática resultan más satisfactorios); no hay análisis (que contribuyan a identificar aquellas condiciones en las que se han logrado experiencias educativas sustantivas). Tampoco hay producción de datos fuera de las pruebas estandarizadas (cuyos resultados se divulgan sin tomar en cuenta otros indicadores de calidad educativa recomendados por organismos que se ocupan de la educación) y no hay debates (que habiliten una discusión profunda sobre el sentido formativo de la enseñanza).

Desde hace muchos años, docentes, formadores e investigadores trabajamos en conjunto para repensar las condiciones institucionales, pedagógicas y didácticas que podrían contribuir a mejorar los aprendizajes de los estudiantes. Esta experiencia acumulada nos confirma que las transformaciones –que las políticas públicas impulsan– logran mayor concreción cuando hay un trabajo colaborativo en el que se promueve un diálogo entre las modificaciones que se proponen y los problemas que profesores y maestros reconocen en su trabajo. Solo así se generan condiciones para que los docentes puedan reelaborar los grandes núcleos de conocimiento que se espera que los alumnos aprendan, así como analizar las trayectorias de sus estudiantes, explorar estrategias de intervención y reformular sus propuestas.

 

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